La discapacidad intelectual es una condición de vida que generalmente es imperceptible a primera vista en las personas que la presentan. Una persona con discapacidad intelectual puede tener dificultades para responder como lo harían los individuos en su mismo grupo de edad y el mismo entorno en el que se desenvuelven.
Por ejemplo, si se trata de un niño, es probable que su discapacidad intelectual se haga evidente cuando esté jugando con niños de su misma edad y no comprenda las reglas de un juego, hable de una forma incomprensible para quien lo rodea o aprenda a un ritmo más lento que los demás. Mientras que, en un adolescente podría resaltar su comportamiento más infantil en relación con los chicos de su misma etapa de desarrollo, o al presentar dificultades para comprender bromas, doble sentido y requerir apoyo para el aprendizaje escolar. En los jóvenes y adultos con discapacidad intelectual, algunas de estas dificultades seguirán presentes, otras habrán disminuido y otras desaparecido, en donde se podrá reflejar sus limitaciones será en la interacción social principalmente.
La difícil interacción con el entorno desde la infancia hasta la adultez es lo que caracteriza a las personas con discapacidad intelectual. Cuando se les brinda el apoyo apropiado durante un período largo de su vida sus capacidades mejoran.
Cada caso es particular, ya que la discapacidad intelectual tiene diferentes tipos y niveles. Existen personas que requieren de apoyo permanente porque su discapacidad es severa o múltiple, esto quiere decir que además de la discapacidad intelectual tienen otras discapacidades.